Mis pasos me conducen hasta ti, los latidos de mi corazón me guían hacia tu encuentro, mi alma angustiada se revela en busca de tu boca y mi voz susurra en el silencio las letras de tu nombre.

Isabella

Respiro profundamente y dejo salir todo el aire, Linda me observa en silencio antes de mirar de nuevo hacia el edificio que tenemos en frente. Abre la boca cuando ve que ingresamos al estacionamiento.

Traga saliva y se mantiene en silencio.

—No sé qué pensar de tu reacción —confieso—, Solo está ahí callada sin decir nada, me asustas —añado y apago el motor.

Gira la cabeza hacia mí, abre la boca y la vuelve a cerrar. Deja de mirarme y dirige sus ojos hasta sus manos.

—Solo dime que no eres una princesa fugitiva —pide. Elevo una ceja interrogativa—, sí, así como en los libros donde la chica se cansa de su vida de princesa y se escapa y decide vivir una vida normal, entonces encuentra a una tonta que se hace su amiga, pero jamás le cuenta su secreto —añade.

No sé si reírme o solo ignora lo