—Bueno, yo me retiro, los dejo para que continúen.
—Gracias, Mami —dijo.
Mamá me sacó la lengua y se fue. Adiel posó el vaso en la charola y volvió a explicarme. En esta ocasión, puse más atención y algo se me quedó.
—¿Seguro entendió?
—Sí.
—Cualquier cosa, si no entiende, puede escribirme y preguntar.
—¿Para que me deje en visto? —musité en voz baja, pero llegó a sus oídos y sonrió.
—En serio, no fue mi intención. Cuando llegó su mensaje, estaba por ingresar a la ducha. Y ya luego me ocupé en otras cosas y no pude responder.
—Profesor, en serio, no tiene que darme explicaciones.
—Ok, solo quería que supieras que no fue mi intención dejarte en visto.
Sonreí y asentí.
—Ahora ya me trata de tú.
Él sonrió y se vio tan hermoso, como un dios griego, como un príncipe de esas películas, pero inalcanzable para una plebeya como yo.
—¿Cómo quiere que le diga?
Bajé la mirada y, apretando mis labios, dije:
—Me gusta… señorita Bruce.
Volvió a sonreír y colocó su brazo sob