Nos quedamos dormidos abrazados, sin que importase nada más, sólo él y yo, aún dormida podía sentir su abrazo por detrás y su respiración en mi nuca, mientras entrelaza su mano con la mía y dormía junto a mí.
Su móvil no dejó de sonar en toda la tarde, y el mío tampoco, pero estos estaban en el salón y nosotros en el cuarto, y estábamos tan sumamente agotados que no escuchamos absolutamente nada.
Nos despertó al instante, provocando que ambos la mirásemos asustados y abochornados de estar en paños menores y en aquella situación frente a ella.
Nos vestimos, algo alterados y confusos y salimos al salón, donde mi madre nos esperaba, con los brazos cruzados, sentada en el sofá, algo molesta.
“y aquí, en este barrio, junto a los muy conocidos jardines del retiro, vive la famosísima nieta de Rosario…” – explicaba la periodista, mientras enfocaba hacia mi casa”
¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! – maldije para mí, mientras miraba horrorizada hacia la televisión. No sabía cómo, pero me habían descubierto, y sabía que ahora más que nunca ya no podría estar con él, pues si la gente se enteraba que uno de los Duarte estaba conmigo estallaría otro escándalo, y eso no era algo bueno para su empresa.
Justo en ese momento, cuando había pensado que todo se arreglaría, cuando incluso estaba pensando en confesarle que estaba embarazada, justo en ese momento todo se había ido a la m****a.
Mis lágrimas comenzaron a caer en ese justo instante, y el comprendió la llamada de su hermana tan sólo unas horas antes, seguramente habría intentado avisarle sobre que ya conocían la identidad de Alicia.
No supe cómo, pero terminamos convenciéndolo, le vestimos de mujer y le maquillamos, parecía una auténtica mujer. Fue toda una suerte que él y Paco tuviesen la misma talla de ropa y de zapatos.
Cuando llegó a su casa, dejó la peluca sobre la mesa de la cocina y miró hacia su hermana, que acababa de bajar para contarle a su hermano la noticia y se había encontrado con aquel espectáculo.