Kainn apretó los labios y negó.
—Nada. Ninguno de los dos sabemos lo que va a pasar, pero de lo que sí puedes estar segura es que de no me voy a ir, voy a estar aquí para ustedes tres, así que más te vale ir renunciando al sofá.
Elisa abrió mucho los ojos y negó.
—No, no, no, no. ¡Mi sofá no!
—N