Kainn de verdad no quería asustarla. Estaba en las nubes con el hecho de que ella estuviera bien y el bebé... ¡los bebés, eran dos! también estuvieran a salvo.
—Está bien, voy a contarte todo lo que pasó, pero por favor tienes que prometerme que estarás tranquila —le suplicó él—. El señor Moguer fu