Apenas Alton se marchó de allí, Elisa se llevó las dos manos a la cabeza.
—¡Diablos! ¡Todo esto fue inútil! —exclamó con desesperación—. ¡El imbécil no trajo el Sello! Venir aquí fue por gusto...
Kainn tomó su mano y le acarició el dorso mientras una sonrisa se extendía por su rostro.
—Al contrar