Capítulo 30
Apenas Alton se marchó de allí, Elisa se llevó las dos manos a la cabeza.

—¡Diablos! ¡Todo esto fue inútil! —exclamó con desesperación—. ¡El imbécil no trajo el Sello! Venir aquí fue por gusto...

Kainn tomó su mano y le acarició el dorso mientras una sonrisa se extendía por su rostro.

—Al contrar
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