8. Gala evita que Ramsés maltrate a uno de sus peones
— ¿Qué diablos acaba de decir? — preguntó Ramsés entre dientes, enojado. Su mirada lanzando dardos imaginarios.
Adelina abrió la boca, pero la cerró en cuantos todos volvieron a escuchar esa dulce y suave voz.
— Ah, me… duele — se quedó Gala en medio de la bruma que todavía la rodeaba.
— Está reaccionando, eso es bueno — dijo el doctor de pronto, acercándose a la escena para examinar mejor a la débil muchacha.
Ramsés se hizo a un lado con gesto confuso y ansioso. ¿Qué carajos había querido decir esa entrometida mujer con que ese hombre era el verdadero amor? No, no podía ser. Se mesó el cabello con desespero, y de solo pensar que pudiese ser cierto, lo hizo salir de la habitación como alma que llevaba el diablo.
Amanecía cuando Gala al fin abrió los ojos. Lo hizo despacio y con muchísimo esfuerzo.
— ¿Nana…? — musitó débilmente al reconocer a la mujer su lado.
Adelina se incorporó en cuanto la vio despierta.
— ¡Mi niña! ¡Al fin abres tus ojos! ¡Estaba tan preocupada! ¿Cómo te sientes?
—