52. Los tribunales, divorcio y sufrimiento
Por un segundo, todos se quedaron en absoluto silencio, incluso, el propio abogado de Ramsés, le preguntó qué estaba haciendo.
El juez levantó una ceja, intrigado por la actitud inusual. Mientras Gala miraba a su abogado y negaba con la cabeza, sin comprender. Esperaba que se defendiera.
— ¿No va a presentar ninguna defensa, señor Casablanca? — preguntó el juez.
— No, señor. No quiero alargar este proceso ni causarle más sufrimiento a mi esposa. Ella está embarazada de nuestro hijo. Solo… quiero que se haga justicia para ella — admitió, mirándola a la cara con todo el peso de la culpa.
Los ojos de Gala se llenaron de lágrimas contenidas.
— Bien, en ese caso, señora de Lima, si lo desea, puede continuar directamente.
Gala jugó con sus dedos.
— Yo… — le temblaban los labios — nunca pensé que estaría aquí, peleando por esto precisamente. Cuando me casé, lo hice creyendo que estaba cumpliendo la última voluntad de mis padres, y lo hice con la esperanza de construir un futuro. El amor nació