21. Gala descubre algo en la habitación de Ramsés
— ¿Estás bien? — al ver que habían conseguido atrapar a ese ladronzuelo, bajó la mirada y tomó las manos de su joven y delicada esposa, examinándola — ¡Ese animal! — se refirió al muchacho con enojo y desprecio.
— Estoy bien, pero por favor no le hagas nada. ¡Te lo ruego!
— ¡Deja de preocuparte por él! — le pidió, histérico. ¿Es que no se daba cuenta de que quien importaba ahí era ella? — Déjame ver eso, quién sabe qué tipo de enfermedades tenga y te pueda contagiar.
— No es un perro con rabia, por Dios, es un inocente…
— ¡Un inocente jamás te hubiese hecho esto!
— ¡Pero…!
— Ni una palabra más, por favor — le rogó, seriamente preocupado por esa mordedura. Entonces miró a sus trabajadores —. Llévenlo a los establos y me esperan allí. Que no se les escape o las consecuencias las pagarán ustedes.
Dejando dicho eso, tomó la delicada mano de su mano, y sin pensar en nada, la entrelazó a la suya, llevándola consigo, ajeno a las miradas de sorpresa de las sirvientas, y la tierna sonrisa de Ma