El Alfa asintió, complacido con su decisión, y con firmeza la condujo hacia el siguiente paso de su viaje interior. Todo hasta ese momento estaba saliendo mejor de lo que había esperado. Su Luna le había demostrado que era más valiente de lo que hasta ahora había visto. Creyó que por ser la niña caprichosa y mimada que hasta ahora le había demostrado que era, se iba a oponer a todo. Pero no, su Luna confiaba en él y había facilitado el trabajo de ayudarla a comprender que era un ser sobrenatural.
Isis todavía sentía el miedo residiendo en su interior, pero ahora también había una certeza que comenzaba a arraigarse profundamente: era una loba. Y no solo eso, sino que empezaba a aceptar con alegría esa parte de sí misma. Aún tomada de la mano del Alfa, comenzaron a caminar hacia las memorias donde permanecía la cachorra Ast, la ot