JACKING:
Había permanecido callado todo este tiempo, cuando emití un gruñido bajo que reverberó en todos los rincones del despacho. Mis ojos, de un azul profundo, destellaron con una intensidad peligrosa mientras mi energía comenzaba a filtrarse en el aire. Era el Alfa Supremo, y el vínculo que Isis reclamaba ardía entre nosotros, como el fuego de una llama indomable.
—Sí, Isis, soy tuyo —dije con firmeza—, pero ahora haz lo que te diga Teka, es importante. Isis me miró con sus ojos rojos, que habían brillado con desafío, pero al escucharme, adquirieron un matiz más tenue. Sin embargo, no respondió; en cambio, una sonrisa se abrió en sus labios. —Está bien, querida, es tuyo. Pero ahora, déjame hacer mi trabajo —dijo Teka mientras le colocaba una mano en la cabeza y la dormía. &mdash