JACKING:
Amet guardó silencio, pero sus ojos estaban clavados en los míos, dejando ver cómo su mente trabajaba, buscando la forma de ayudar, de proteger lo que fuera necesario.
—Amet, no te molestes, escúchame primero —lo detuve con un gesto de mi brazo, sintiendo que se estaba irritando. Avancé unos pasos más hacia él y puse una mano sobre su hombro. Por primera vez en toda la noche, vi un destello de resolución en sus ojos. Quizás no podíamos sanar las heridas de lo que había vivido todavía, pero juntos podíamos enfrentar lo que estaba por venir. —No me gusta cuando haces cosas sin consultarme y luego quieres que yo lo arregle —protestó de inmediato. —Lo sé, Amet, pero necesitaba actuar en el momento —le respondí, intentando que mi tono fuera lo suficientemente firme como para no ser interpretado como una excusa—. Está bien, sé que te hago pasar mucho trabajo. Pero necesito que me ayudes, hermano. Amet soltó un ligero bufido y desvió la mirada