57. PIJAMADA FUERA DE CONTROL
AMANDA:
Amaral mantiene su mirada fija en mí, más allá de su sonrisa habitual, su expresión ahora parece algo más profunda, como si mis palabras hubieran despertado un pensamiento que prefiere no revelar. Sin decir nada, gira hacia la estufa y comienza a preparar la infusión para las tazas, sus movimientos tan serenos como siempre, pero el aire se siente extraño, cargado de algo que no logro descifrar.
—La nieve guarda más secretos de los que pensamos —dice al fin, su voz baja, como si no quisiera siquiera llamar la atención del viento que susurra fuera—. Hay cosas que siempre están ahí, Amanda, aunque no siempre las percibamos... Pero no deberías dejar que te impidan respirar tranquila.
Por unos instantes, su respuesta me calma. Me lleva a pensar que quizás he exagerado en mis sensaciones. Sin embargo, una pequeña llama de inquietud persiste; no es lógico, pero está ahí, al fondo de mi pecho.
El ruido en el salón interrumpe mis pensamientos. Las risas de las niñas se mezclan c