AZIZA:
Mis manos temblaron mientras abrazaba a mi pequeño Wadd. Ajeno al peligro que se cernía sobre nosotros, miraba a todos con inocencia. Recordé, entonces, la luz que la diosa Luna había puesto en su vientre, esa energía cálida que me había hecho creer, aunque fuera por unos momentos, que todo estaba bien. Pero si me iba con ellos, al fin mi pequeño estaría a salvo de los vampiros que me perseguían. La gran manada La Maat Ra era la más poderosa de todas.
—Sí, mi Alfa —acepté de inmediato—. Pero, ¿puedo vivir en un lugar cercano, no en la manada?—¿Por qué quieres hacer eso? —preguntó con curiosidad el beta—Pues verán —dije con timidez—, ustedes son todos lobos. Mi sangre está contaminada con vampiros, siempre me voy a sentir rechazada.El Alfa Supremo me miró fijamente, tr