El murmullo de las voces de mis acompañantes, cada cual contando historias diferentes, llega a mí como una hermosa melodía. Mi loba está feliz porque hablé con su lobo, Mat. Ella es la que lo ha pasado peor.
—¿Estás bien, amor? —pregunta Jacking al ver que me he quedado en silencio.—¡Estoy feliz de que siempre anden los tres contigo! —exclamo, y al ver la expresión que pone, agrego:— ¡En un mismo cuerpo!—Porque somos uno, mi Luna… digo, Isis —vuelve a rectificar enseguida. — Como tú, Ast y la Luna Suprema, son una.—¡Lo sé, Jacking, pero todavía no puedo aceptarlo! Tenme paciencia, por favor —le suplico y le doy un beso.—No, mi amor. Es mi culpa, no te pongas así. Yo puedo esperar la vida entera. Lo importante es que nos amas a todos —se apresura a decir. — Mira, ya estam