Todo en la mansión Gambino, era balas, polvo, hombres heridos y muchos muertos, era una sangrienta guerra cómo pocas veces habían vivido los que se encontraban arriesgando el pellejo
El equipo de Sebastián, fue acabado por los furiosos italianos que estaban defendiendo los terrenos de su jefe, todavía de preguntaban ¿quién demonios había tenido las bolas de meterse a la casa de Lukani Gambino, uno de los mafiosos más crueles y vengativos de la Cosa Nostra
Alejandro, llamaba y llamaba a su hermano Santiago, sin obtener respuesta, hasta que escuchó su voz, se notaba la dificultad con la que hablaba
Alejandro, mi equipo cayó, yo también estoy muy herido, estoy hasta el otro lado de la mansión, no vengas por mi, hasta aquí llegué, dile a Dariana que la amo y a mi hijo cuándo crezca, no lo dejes que me olvide, cuéntale de mí, hermano
Sebastián tosía, parecían ser estás sus últimas palabras
No, no voy a dejarte, mi equipo y yo iremos por ti, Santiago. - Alejandro dejaba caer una lágrima por