"Bueno", suspira, sacudiendo la cabeza y cubriéndose los ojos con la mano. "Pero tienes quizá tres horas de esto", continúa, "antes de que vuelva a salir a buscarla".
"Vale", respondo, asintiendo y mintiendo entre dientes. Porque de ninguna manera voy a dejar que merodee por las calles buscando a Cora cuando está así. La asustaría y parece que ya está asustada. Así que lo giro, con el brazo aún alrededor de los hombros, hacia la puerta y nos dirigimos a la oficina para ordenar las pruebas que h