Me acerco a ella con brusquedad y le desabrocho la bata. Presiono su estómago con la palma de mi mano, diciéndome a mí mismo que se merece esto y más. Después de todo, esto no es nada comparado con drogar a alguien y acostarse con él cuando no puede dar consentimiento. De nuevo no siento nada, ningún pulso de vida, ninguna pequeña conciencia o conexión. "Estoy seguro", digo con fiereza. "En cuanto el óvulo se implanta, se forma el vínculo con el padre. Si estás embarazada, entonces no es mío".