Suplicando a mi ex esposa doctora
Suplicando a mi ex esposa doctora
Por: Celeste Kaomy
Ya no es tu hijo

—La prueba de paternidad no es necesaria. —Emma sonrió complacida al ver el bebé en brazos de Areliz—. El hijo no es tuyo, Noah. Te lo dije.

—Noah… —Areliz negó con la cabeza—. Te juró que es tuyo. Hagamos la prueba de paternidad. En toda mi vida, yo solo he estado conti…

—¡Silencio, Areliz! —gritó él, molesto, con voz tan fuerte que el niño se despertó y comenzó a llorar.

—Señor, le pido que se retire. —Una enfermera se acercó a intentar sacarlo de la sala de partos.

—No tiene que pedirlo dos veces. —Miró con completa rabia a Areliz, que tenía los ojos llenos de lágrimas—. Jamás volverá a verme cerca de esta mujer.

—Buena suerte en tu próximo intento de e****a, Lizzy. —Emma le guiñó un ojo y se fue triunfante tras Noah.

Esa Emma siempre fue una molestia... Era una “amiga” de Noah con la que solía dormir antes de conocer a Areliz. Tuvieron una especie de relación de amigos con derechos y Noah le aseguró que nunca tuvieron nada formal, pero Emma actuaba como si Areliz le hubiera robado a su hombre, siempre la odió, y claro que el sentimiento era mutuo.

Areliz sabía que había venido al hospital con la excusa de querer seguir siendo amiga de Noah y su familia, pero al ver al bebé a través de la ventanilla de la puerta Emma decidió entrar para hacer lo que mejor sabía hacer: fastidiarle la existencia a Areliz.

Areliz quería seguirlos, decirles que Emma se equivocaba, que esto no tenía sentido, pero decidió concentrarse en calmar a su bebé primero.

No entendía nada… Este bebé era hijo de Noah, él era el hombre que le quitó su virginidad en una noche de copas, pero entonces… ¿por qué este bebé se parecía a su mejor amigo, Dylan?

Tenía su cabello lleno de rizos, aunque apenas se notaban, pero ahí estaban, y tenía los ojos de un color celeste muy claro, con algunos toques oscuros, un color raro que caracterizaba mucho a Dylan, razón por la cual todos pensaron en él apenas el pequeño abrió sus ojos, pero…

Dylan no solo era su mejor amigo al que nunca podría ver de forma romántica, sino que era homosexual, ¡le gustaban los hombres! ¡Ellos nunca habrían estado juntos ni por error!

Entonces… ¿acaso solo era una coincidencia que se pareciera tanto a Dylan?

Su bebé se calmó mientras le daba del pecho y Areliz lo miró atentamente.

Él tenía la piel pálida como ella, y su nariz también parecía ser la misma, mientras que la forma de su mandíbula y los rasgos predominantes de su rostro se parecían más a… Noah…

Sonrió con los ojos aguados.

—Perdona a tu papá… él solo está molesto, pero… tú eres nuestro hijo… nuestro Nick. —Le dio un pequeño besó en la frente.

Estaba decidida a hablar con Noah apenas se le pasara el enfado, por mientras dejó que la enfermera se llevara a su hijo, ya que había nacido dos semanas antes de la fecha y querían asegurarse de que estuviera bien con más pruebas, algo normal en estos procedimientos.

Como estaba tan cansada, Areliz no pudo evitar quedarse dormida.

Cuando despertó, Dylan estaba a su lado, con la cara llena de moretones y la nariz vendada.

—¡D-Dylan! —Areliz se sentó para ver mejor la gravedad de sus heridas—. ¿Qué pasó contigo?...

—Tu galán de telenovela, eso pasó. —Negó con la cabeza, con ojos llorosos—. Dijo que lo estafamos, que tu hijo es mío. ¡Está loco! Siempre te he dicho que eres la más sexy del mundo, pero como amigo, o como amiga, más bien. ¿Qué parte de que no me gustan las mujeres no entiende?

—Lo siento tanto, Dylan… —Su voz se quebró—. No sé cómo, pero… mi bebé se parece un poco a ti.

—Lo sé, lo vi, es precioso. —Sonrió suavemente, secando sus ojos cuidadosamente con un pañuelo—. Y no lo digo solo porque se parece a mí. Pero en serio, tu galán está ciego, porque se parece a él, y a ti también. De mí solo tiene los rulos y el color de ojos. Puede ser coincidencia, creo…

—Sí, pero… es raro… Tienes unos ojos muy únicos, yo… nunca vi otro par igual. Creo que no podemos culparlo por pensar mal.

—Claro que podemos culparlo, porque inmediatamente después anunció a toda la prensa que se va a divorciar de ti y que se casará con esa Arpi-Emma.

—¿Qué? —Palideció.

—La besó delante de todas las cámaras, Lizzy. —Le tendió un pañuelo al verla comenzar a lagrimear—. Y de lengua. Acaba de dejarte en ridículo internacionalmente. Y para colmo, llamó a tu bebé “bastardo”.

Areliz tensó la mandíbula, sin molestarse en secar las lágrimas que bajaron por su rostro.

Había estado pensando en perdonar a Noah, había creído que sus dudas eran razonables, ella misma se sorprendió mucho al ver a su bebé, pero esto… esto era imperdonable.

Él sabía que Emma había hecho todo por romper su relación desde que se comprometieron, incluso había arrastrado su pastel de bodas por su vestido de novia delante de los invitados, y hasta era sospechosa de haberle cortado los frenos a su auto, cosa que casi la mata. Y ahora… ¿lo primero que hizo al tener la más mínima duda de ella… fue correr a los brazos de Emma?

El corazón de Areliz se agrietó un poco, pero lo que terminó de romperlo fue el hecho de que él además de eso se atreviera a insultar así a su hijo, sin siquiera una sombra de duda, y frente a todo el país, o más bien frente a todo el mundo, porque él era un poderoso CEO, de los más ricos del país, famoso internacionalmente.

Noah, que había hecho hasta lo imposible por convencerla de casarse con él, ahora la escupía en la cara de la peor forma.

—Dylan, pásame mi celular, por favor —pidió con la voz rota, señalando su bolso. Su amigo así lo hizo, y Areliz rápidamente marcó el número del maldito que aún era su esposo.

—Tardaste en llamarme, Areliz… —dijo él con voz grave, ronca, voz que normalmente se le habría hecho atractiva, pero no esta vez.

—Para estar tan convencido de que soy una estafadora, me sorprende que no me tengas bloqueada —masculló amargamente—. Noah, no sé si ya lo olvidaste, pero tú fuiste el que me arrastró a la cama hace nueve meses, tú fuiste el que se encaprichó conmigo solo porque no quise darte mi número.

—Estaba borracho, apenas recuerdo esa noche —se excusó.

—¿Y acaso olvidaste que porque no usamos protección me acosaste un mes entero para que me hiciera la prueba de embarazo? Me seguías al hospital, molestabas a mis pacientes, esperabas estacionado frente a mi casa por horas. Esas fueron tus artimañas. ¿Y yo soy la estafadora?

—Una excelente estrategia, al igual que hacerme creer que tu amiguito Dylan no tenía interés en mujeres. Eso fue realmente brillante, supongo que les das clases a otros estafadores.

—Yo ni siquiera quería estar contigo… —Sollozó sin poder controlarse—. Nunca necesité tu maldito dinero, vivía bien, nunca quise más dinero, estaba feliz como estaba. Sabes lo mucho que amaba mi trabajo, me hiciste abandonar mi ciudad para venir aquí a la Capital contigo, me sedujiste y ahora me vas a dejar botada aquí… Todo esto fue por ti y ahora lo haces ver como si fuera mi plan malvado.

—Nada salió como esperabas, ¿no? Por favor, Areliz, es idéntico a tu maldito amante, no soy un idiota, no voy a ser la burla del mundo entero criando un hijo que no es mío porque te hiciste la difícil unos meses.

—¿Solo por los rulos? ¿Solo por el color de sus ojos? ¡Por todos los cielos, Noah, él se parece a ti! ¡Ni siquiera lo viste bien! ¡Solo has la m*****a prueba de paternidad! ¿Qué puedes perder con eso?

—No voy a dejarte seguir jugando conmigo, Areliz, esto se acabó. Ya has causado suficiente dolor a mí, mi familia, mis amigos… y a Emma. Te enviaré los papeles de divorcio con mi abogado y será mejor que no volvamos a vernos porque sino haré tu vida miserable. Y mantén a tu pequeño bastardo lejos de mí o…

Areliz tensó la mandíbula cuando sintió esa amenaza tacita no solo hacia ella, sino hacia su bebé.

—No te metas con mi hijo, Noah Cobain, no lo insultes, y no lo nombres. No te lo permito —ordenó, con voz tan grave y llena de tal ira reprimida que él se quedó sin habla por un rato, antes de volver a hablar.

—Al menos admites que es tuyo, no mío… —dijo por fin, con voz vacilante, pero aun llena de amargura.

—Sí, lo admito. —Sonrió, con ojos llorosos y la mandíbula tensa—. Ya no es tu hijo. Ahora es solo mío.

Sin más, le colgó, para luego arrojar el celular con fuerza al suelo, sin importarle que se rompiera.

Cuando le trajeron a su hijo momentos después, lo abrazó y amamantó con todo el amor del mundo.

—Él no te merece… Él no merece ser tu padre —le susurró con voz llorosa a su hermoso hijo, acariciando su cabello lleno de rizos preciosos—, pero te prometo que nada te va a faltar, mi precioso Nick...

Tiempo después, regresó a su ciudad natal, recuperó su empleo en el hospital y se mudó a su nueva casa con un adelanto del director del hospital, todo gracias a su fama de ser la mejor doctora de la ciudad.

Decidió concentrarse solo en su hijo y su carrera, viviendo los siguientes dos años tranquila… sin imaginar que Noah estaba a punto de regresar a su vida, de una forma que nunca podría haber imaginado.

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