—Podemos darte algo de dinero como recompensa —dijo María.
Carlos, al escuchar esto, se alegró mucho; todo iba según sus planes. Podría vengarse de Ana, esa mujer despreciable, y acercarse a la hermosa mujer que tenía delante. ¿Por qué no aprovechar esta oportunidad?
Carlos, conteniendo su alegría interna, adoptó una postura de rectitud y nobleza.
—Denunciar a estos comerciantes sin escrúpulos es mi deber como médico educado en Esperanza. En cuanto a la recompensa, no es necesario.
Las dos mujeres, al escuchar esto, se sorprendieron. No esperaban encontrarse con un médico tan noble y de buen corazón.
Luego, el tono de Carlos cambió, y su mirada se volvió lasciva. —Solo me pregunto si hay alguna posibilidad de invitar a estas dos hermosas damas a cenar.
María ni siquiera tuvo la oportunidad de hablar antes de que Rita rechazara rápidamente: —No, hoy ya tenemos planes.
Rita no olvidó que hoy había prometido cenar con José el Sabor del Sur. José, con su fortuna, era el esposo ideal que Ri