Antes de que María pudiera echar un vistazo detenido, Rita a su lado le arrebató el cuaderno directamente.
En un instante, arrancó una página escrita, la desgarró en pedazos y la arrojó al aire.
Al ver las acciones de Rita, la paciencia de Ana no pudo contenerse. Se enfureció y señaló a Rita con dedos temblorosos.
—¡Te atreves a rasgar mis pruebas!
Rita, que había sido secretaria durante varios años, se consideraba lo suficientemente importante como para desafiar a Ana.
Sarcásticamente, dijo: —¿Crees que estas son pruebas? Parece que simplemente pediste a alguien que escribiera cualquier cosa.
—Ana, no pienses que no sé lo que estás haciendo. Ves que María ha tenido un buen desarrollo estos años, te ha robado el protagonismo y ahora estás tratando de culparla y perjudicarnos a propósito.
Ana estaba tan furiosa que sus labios temblaban y, por un momento, no pudo articular palabras. Si no fuera por la presencia de Juan, el apoyo de su padre y la familia Martínez, ¿cómo podría María haber