Al escuchar las palabras de Ana, no pudo evitar soltar una risa.
Juan, resignado, se dio la vuelta y se marchó, seguido de cerca por Ana y Raúl.
¡Ana realmente sabe cómo insultar a la gente!
María se puso roja de la ira por los insultos, y al ver cómo los tres se alejaban, sintió un temblor en todo su cuerpo.
Rita rápidamente le dio palmaditas en el hombro y se acercó para consolarla: —María, no les hagas caso. Tengo un plan para hacerles sentir incómodos.
María, con los ojos enrojecidos, se sintió profundamente agraviada: —¿Por qué cada vez que Juan y Ana dicen mentiras, pueden hacerlo con tanta seguridad?
—¡Como si lo que dijeran fuera cierto!
Rita frunció el ceño: —Esos dos no son buena gente, están en connivencia.
—De lo contrario, ¿cómo podrían estar juntos?
—Son dos desvergonzados.
María asintió ligeramente, completamente de acuerdo con Rita. Claramente, ella y Juan simplemente no eran compatibles.
—Volvamos a casa primero.
Rita asintió: —Cuando lleguemos, te explicaré detalladam