Óscar, viendo que la situación había alcanzado su punto culminante, decidió intervenir con la última pieza del rompecabezas.
—Cuando vayas al evento de subastas, lleva a José contigo —dijo con firmeza.
María, sorprendida, preguntó: —¿Llevar a José? ¿Por qué?
Óscar asintió con la cabeza y respondió fríamente: —Soy solo un miembro del consejo. Solo pude conseguirte esta invitación, pero mi sobrino no puede asistir. Sin embargo, esta invitación te permite llevar a alguien contigo.
—Por lo tanto, debes llevar a mi sobrino. ¿Entendido?
María asintió con la cabeza, comprendiendo que tenía sentido llevar a José. La invitación era un favor de la familia Rodríguez, por lo que llevar a José era lo correcto.
—¿Puedo llevar a otros familiares también? —preguntó María.
Óscar respondió con indiferencia: —Por supuesto, puedes llevar a tus parientes. Será una oportunidad para que vean el mundo.
Aunque no le gustaba la idea de que Óscar menospreciara a sus parientes, María no se atrevió a contradecirlo