Celia, al escuchar todo esto, esbozó una fría sonrisa: —¿Crees que soy tan fácil de manejar como Juan?
Con un rápido paso, se acercó directamente a Rita y le propinó un fuerte puntapié en la pierna.
Dado el fuerte golpe de Celia y el hecho de que llevaba unos tacones altos puntiagudos, Rita cayó por completo de rodillas al suelo, retorciéndose de dolor.
Celia, al ver el estado lastimoso de Rita, sonrió fríamente: —Ya que estás de rodillas, no necesitas dar las tres reverencias. Te perdonaré esta vez por pura misericordia.
María y Juliana se apresuraron rápidamente a ayudar a su prima al verla herida.
Rita, llorando de dolor, dijo entre dientes: —No te dejaré pasar esto.
Pero Celia no temía las fuertes amenazas de Rita, simplemente sonrió fríamente: —Te estaré esperando.
Mientras tanto, Leonardo, que se encontraba en el suelo respirando con gran dificultad y sintiéndose bastante débil por los efectos de las acciones de Juan sobre él, logró difícilmente levantarse.
Aunque su cuerpo est