Mariah recordó al instante las palabras que Alaric le había dicho ese día en la suite, sobre la única mujer con la que había estado y cómo todos creían que era su amante, ya que no tenía a nadie más que a ella, a diferencia de otros hombres. ¿Así que era ella? Pensó en la belleza que había visto la noche anterior: sus hermosos ojos morados, su rostro ovalado y su imponente belleza. De hecho, era hermosa. Si Mariah no se hubiera sentido orgullosa de su propia belleza, habría temido que la mujer la conquistara. Aunque sabía por qué Alaric estaba con ella, la sola idea de experimentar pasión con él la ponía celosa.
"¿Su amante, eh?", preguntó Mariah.
“Sí, mi señora. Verá, es normal que los hombres nobles tengan un harén de mujeres, y pueden tener tantas como quieran. Sin embargo, a las mujeres siempre se les permite moverse y hacer lo que quieran, por si acaso encuentran pareja. Una vez que lo hacen, el hombre noble con el que están las establece pagando su dote. Se espera que los hombr