—¿Por qué? ¿No has oído lo que acaba de decir de cortarme el rollo?
La criada no dijo nada, manteniendo la cabeza gacha mientras escuchaba a Beata maldecir a Natalie, con el rostro inexpresivo.
A Beata siempre le caía mal Natalie, desde que Natalie no le obedecía, Beata la regañaba tan a menudo que ya estaban acostumbrados.
Después de colgar el teléfono.
Natalie leyó un rato más, apagó la luz y se acostó.
Medianoche, una figura entró en su chalet.
Una extraña fragancia llenó el dormitorio, Natalie la aspiró y fue muy consciente de notarla, y se despertó de inmediato.
La luz de la luna brillaba a través del ventanal, y una figura negra estaba sentada en el sofá junto a la cama, sus ojos helados miraban a Natalie.
—¿Quién eres?
Natalie lo miró a la defensiva, lista para atacar.
La figura del sofá sonrió y se levantó lentamente, su rostro oculto en la oscuridad apareció poco a poco frente a Natalie.
¡Tadeo!
Natalie entrecerró los ojos y dijo: —¡Te atreves a aparecer!
Tadeo enarcó una ceja