Matilda se sobresaltó y se giró hacia atrás, vio a Leonardo mirándola con una mirada gélida y su rostro se puso blanco.
—Leo...Leo, he venido para decirte...
Antes de que pudiera terminar la frase, Leonardo ya se le había acercado y le dijo fríamente: —Dame el anillo.
Matilda sostuvo la caja del anillo durante unos segundos antes de entregársela lentamente a Leonardo.
Tras recibir el anillo, se dirigió hacia su escritorio sin hacerle caso a Matilda.
Al notar su frialdad, Matilda se mordió el labio inferior y le miró a la espalda: —Leo, ¿vas a pedirle matrimonio a mi hermana...?
—No tiene nada que ver contigo. ¡Sal del Grupo Ramos!
Leonardo caminó detrás de su escritorio y se sentó, tomó un documento y comenzó a leerlo.
Matilda se sintió agraviada y no se movió, lo miró con tristeza.
—Leo, sé que hice muchas cosas para lastimarte en el pasado, y la persona que te gusta ahora es mi hermana. Si de verdad vas a pedirle matrimonio, te daré mi bendición...
—¡Fuera!
Leonardo estaba impaciente