Natalie bajó los ojos, vio su mano temblorosa y no le rechazó.
El coche iba tranquilo en el camino.
Leonardo estaba sentado a la izquierda de Natalie, con la cabeza gacha en leer documento, y parecía que habían vuelto a los viejos tiempos en que estaban juntos.
Pero... Era sólo una ilusión...
Tras dejar a Natalie en la puerta, Leonardo dijo con voz ronca: —No vayas a Estados Unidos, el poder de la familia Aguilar no es algo contra lo que puedas luchar sola. Sé que eres buena en artes marciales, y gracias a tus artes marciales has estado fuera de peligro muchas veces, pero la familia Aguilar es poderosa, y esas personas con las que trataste antes no se pueden comparar con ellos.
—Bueno, lo sé.
—Llámame cuando necesites algo.
Natalie bajó los ojos y, tras un momento, asintió: —Vale.
—Entra.
—Sí, adiós.
Leonardo se dio vuelta para irse, volvió a su coche y recibió una llamada de Carlos.
—Señor Ramos, la señorita Ramos desapareció después de salir del aeropuerto, aún no la hemos encontrado