Antes de que pudiera terminar la frase, Leonardo le interrumpió fríamente, —Natalie, ¿sabes lo peligroso que es Álvaro? ¡Te has atrevido a secuestrar a su gente para provocarle! ¿Querías morir?
Natalie frunció el ceño, —Señor Ramos, esto no tiene nada que ver contigo. ¡Es asunto mío!
Leonardo se fijaba en ella, y el aire parecía congelarse por un momento.
Natalie apartó la mirada sin expresión, sin emoción en los ojos.
Después de diez segundos, Leonardo la soltó.
—Es verdad, no tengo derecho a meterme en tus asuntos.
Después de decir eso, se dio la vuelta y se fue.
Mirándole a la espalda, Natalie dijo de repente: —¡Espera!
La figura de Leonardo se puso rígida sin girar la cabeza.
Natalie respiró hondo y dijo lentamente: —Fui yo quien suplicó a Mafresa que me ayudara. Espero que no la culpes.
Leonardo la estaba esperando en la puerta de su casa, lo que significaba que Mafresa había sido descubierta por él.
Giró la cabeza, mirando fríamente a Natalie, —¡Ya que tienes miedo de implicar a