—¿El Sr Davis? ¿Por qué le escribe a mi madre de esa manera? —preguntó aturdida.
Tenía dos opciones, preguntarle a su madre sobre su relación con Davis o evitar una segunda confrontación con Amanda. Lo pensó por algunos segundos y terminó dejando el móvil donde lo encontró. Cuando iba a abrir la puerta, se regresó nuevamente, tomó el móvil y tocó la puerta de la habitación de su madre.
Viendo que no contestaba, abrió lentamente y vio que se había quedado dormida. Se acercó sin hacer ruido, colocó el móvil sobre la mesa de noche. Cuando se disponía a salir tropezó con la cómoda y su madre despertó sobresaltada.
—¡Sara! —la pelicastaña se volteó hacia ella.
—Vine a traer tu móvil, estaba sonando —lo agarró y se lo entregó.
Amanda tomó el móvil y un poco somnolienta, vio que se trataba de Davis.
—¿Podemos hablar, hija?
—Sí, dime —se quedó parada frente a su madre.
—Siéntate por favor —le pidió golpeando levemente el colchón. Sara dudó unos segundos y finalmente accedió a se