43. Un final de cuentos.
Naira.
Al llegar a la mansión, tuve un momento especial con mi madre. Nos abrazamos en silencio, ambas conscientes de lo mucho que había cambiado mi vida. Cleo también estuvo conmigo un rato antes de irse a dormir. Fue un instante íntimo y lleno de amor.
Pero cuando Karl y yo estuvimos a solas, todo cambió. Mientras él desabotonaba mi vestido con delicadeza, sentí cómo mi piel se encendía bajo su tacto. Sus labios rozaban los míos con una intensidad que hacía que el mundo desapareciera. Cada caricia, cada susurro, nos acercaba más, hasta que no hubo nada entre nosotros, excepto el deseo de ser uno solo.
Esa noche no solo compartimos nuestros cuerpos, sino también nuestras almas. Me sentí completamente suya, y él, completamente mío. Sus besos bajando por mis pechos, mientras sonreía coqueto, me hacía sentir única para él. Sentí sus labios bajar hasta mi centro y jugar con mi clítoris, chupando como si de un manjar se tratara.
—Me encantas, mi canelilla, eres tan exquisita.— musi