La curiosidad se despertó.
Mientras bajaba las escaleras, seguí el sonido de su voz.
—¡No me importa, Allison!— gritó al teléfono, haciendo que mi corazón se desplomara. —No te voy a dar un puto dinero, así que tienes que resolver tus cosas por tu cuenta. No me vuelvas a llamar por esta mierda.
Sus