Capítulo 30: Pequeña y frágil

Mi cuerpo estaba cansado y menos adolorido. La nueva habitación a la que me habían trasladado estaba en silencio, podía ver algunos doctores o personas pasar por la ventana que daba al pasillo. Mi vientre había vuelto a la normalidad, como si nunca hubiera crecido, en ese instante una enfermera entró por la puerta con una especie de coche, no pude evitar sonreír al tener una vista mejor de la criatura que estaba dentro.

— ¿Cómo se siente la nueva mamá?—preguntó con una sonrisa la joven chica. Tenía un aspecto dulce.

—Ansiosa por verla.

Tomó a la pequeña en brazos, una manta rosa cubría a la niña. Se acercó a mí dejándola en mis brazos, mi corazón se aceleró por la emoción. Era muy pequeña, tenía miedo de lastimarla o hacer algo mal. Dormía profundamente con una de las prendas que

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