31 (parte2)

Cuando se aleja por un segundo, me cuenta:

— Antes ya había tocado...pero tú ibas rumbo a la cocina. 

— ¡Madre mía! –río por lo bajo– Que rodeo te he hecho dar...

— Bésame.

Eso hago. Y al caer en la cama, lo hace él: yo me elevo en toda mi mediana estatura y un pie mantiene el equilibrio mientras con otro delineo sus abdominales. Él observa dicho recorrido pero de repente me ve a mí cuándo le hablo. 

— ¿Me quieres? –investigo. 

No en son sensual, sino detectivesco. Extrañándome de que sea así pero a la vez deseándolo. 

— Sí.

— ¿Cuánto? 

— Con toda mi erección 

— ¡Tonto! –pateo. 

Al reír pierdo mi equilibrio y caigo. Él me atrapa. Nuestras bocas enlazan

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