Sobrevivir: Letras de amor
Sobrevivir: Letras de amor
Por: gesanj
Prólogo

Julieta Román

¿Cómo se sobrevive en un mundo tan hostil? ¿Qué carajos haces cuando el mundo quiere que creas en el amor y al voltear sólo hay violencia?

Soy una sobreviviente de violencia, y en este momento no me interesa nada que tenga que ver con el amor de pareja, no, no y no. Quiero llenar el mundo de letras, de sueños y que poco a poco este mundo pueda cambiar.

Mi nombre es Julieta Román, tengo 26 años y soy activista, licenciada en letras hispánicas, co-fundadora de la editorial independiente Rebeldías Latinoamericanas.

Alegre, entusiasta, amorosa y un poco loca… así me describían. Tenía 21 años y quería comerme el mundo entero a mordiscos gigantes. Estudiaba letras hispánicas en una de las mejores universidades de México.

Recuerdo que quería viajar por el mundo, conocer otras culturas, y también acercarme a esta dimensión desconocida del activismo que hacía que mis manos picaran por querer hacer un pequeño cambio en el mundo.

Supongo que era ingenua y joven, loca y soñadora.

Y… pasó… me enamoré como idiota, eso creía yo.

Me gustaba su rebeldía, su cabello largo, su andar despreocupado, su forma de ser tan relajada, buena onda y gentil… o eso pensé. Al final el tipejo no valía la pena, no era relajado ni gentil, lo buena onda se le olvidaba cuando se llenaba de ira y celos “incontrolables” según él. Su rebeldía era reducida a un espejismo, más cuando le salía lo macho de izquierda, porque según él era de izquierda. ¿qué fue lo que me hizo? Pufff la violencia de género es horrible. Ese c****n era horrible.

Ahora entiendo a muchas mujeres víctimas de violencia. Te hacen sentir sola, te humillan,  sientes que tu cuerpo no te pertenece, y poco a poco sientes como tu alma se rompe cachito a cachito. Sientes que no puedes salir, que no quieres vivir. Me sigo preguntando, por qué el mundo esta horrible.

Aún recuerdo esa fiesta de graduación, recuerdo que al principio todo era risas, abrazos, baile y mucho alcohol. Después recuerdo sus besos ¡puaj! Ya no éramos novios ¿qué carajo le pasaba? Vino mi rechazo, es que ni siquiera besaba bien, no me quería llevar ese recuerdo de graduación. Entonces, vino la furia, mi rechazo le fracturo la masculinidad, seguramente. Sus manos estaban en mi cuello, mi espalda golpeaba contra un árbol cada vez que me empujaba mientras me quitaba el aire. Estaba en shock.

Pero decía que me amaba, vaya amor.

Sobreviví. Sí, eso me dije tres meses después de ese “asunto”. Pensé que no. Digo un mes encerrada, aislada del mundo, sin hablar, yo pensé que estaba muerta.

Sobreviví. Digo soy parte de la estadística de mujeres que viven o vivieron violencia a manos de su pareja, ese ser que gritaba amar y respetar a su pareja, vaya b****a verbal. Pero me seguía repitiendo que sobreviví más allá de una cifra.

Sobreviví.

6 años después. Sigo viva.

El mundo del activismo me salvó la vida. Las amigas feministas radicales me salvaron la vida.

Ahora si me lo preguntan, mmm no, no pienso en el amor. Sane mi corazón pero aún así no creo en eso.

****

Irving Castellanos

Cargo demasiados demonios y ahora una promesa.

Estoy demasiado roto para creer en el amor y demasiado cansado como para querer y luchar por algo diferente. Soy sobreviviente o más bien creo que soy un zombie, deambulo por las calles, sigo una rutina. Lo único que me llena un poco el alma son las letras, los libros, todos aquellos mundos que se crean en unas cuantas páginas de papel.

Mi nombre es Irving Castellanos, soy director general de la Editorial IECAST Editorial, una de las 5 editoriales más grandes de América Latina.

La vida da muchas vueltas. Mi madre acaba de fallecer y llevo sobre mis hombros una gran promesa “enamorarme, casarme y construir una familia” eso dijo ella. ¿Cómo puedo hacerlo cuando sigo destrozado?

Sé que mi madre quiere lo mejor para mí. Toda la vida me enseñó a amar, a respetar  a no ser ese “hombre tóxico” que fue mi padre, si es que se le puede llamar así “padre”. Ese sujeto que la golpeaba, que la humillaba frente a sus hijos, ese maldito hombre que nos enseñó el dolor.

Fue gracias a mis abuelas, mi abuela materna y mi abuela paterna, mujeres adelantas a su época, guerreras sin duda, que unidas sacaron a mi madre y a nosotros, nos protegieron. El sujeto le dio el divorcio a regañadientes, lamentablemente los hijos tuvimos que soportar sus visitas vigiladas, o las vacaciones en su castillo del terror. Según él no quería alejarse de sus hijos. Lo único que nos ha dejado son pesadillas y almas rotas. Aunque viendo a mi hermana y hermano menores, no les fue tan mal.

Suspiro. Mi madre. Una mujer extremadamente fuerte. Nunca dejó que su luz fuera apagada por nadie ni por nada.

Yo no podría decir lo mismo, y seguramente estaría muy decepcionada de mí si supiera en lo que se ha convertido mi vida. Mi luz se extinguió hace mucho tiempo. Creo que al principio fue con cada golpe de ese señor. Después un mal de amores. Y demonios, previo a ese amor, sí, demonios cargo en mi espalda.

Además de ese pasado triste y oscuro tengo que cargar con responsabilidades. El señor llamado “padre” me ha heredado en vida y dejado a cargo de una de sus empresas. Una gran editorial, si bien odio a ese sujeto, puedo decir que lo único bueno en su vida que supo hacer fueron negocios, y esta editorial está dentro de las 5 mejores en Latinoamérica. Bueno, ese es mi logro, posicionarla en esta región del continente, seguro el señor quiere llegar a Europa, pero yo no. IECAST Editorial es mi vida.

Voy rumbo a esa editorial a mi oficina, mi refugio. Voy abatido, quiero llorar pero no puedo hacerlo. “los hombres no lloran” dicen. Que estupidez. Pero no voy a llorar voy a ahogarme en trabajo y espero dejar de pensar en la promesa dada a mi madre.

¿Amor? Para alguien tan roto ¿eso existe?

***

Tal vez, dos corazones rotos puedan sanar juntos.

Tal vez, desaprender sea un camino

¿Qué les espera a ambos? Sus caminos están por unirse, tal vez, el destino tenga algo preparado para ellos.

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