Capítulo 18. Prisionera
Alessia se acercó a la casa con cautela, sintiendo cómo le temblaban las piernas a medida que se aproximaba a ese hombre majestuoso.
Le temblaban ante su magnífica figura, por los escalofríos de la excitación y la incertidumbre de lo que le diría.
Lo miraba a los ojos sin amedrentarse, intentando adivinar lo que fuera que pasara por la mente de Valentino.
Él se sentía demasiado enojado y preocupado.
La rescataría una y mil veces si fuera necesario, mataría a quien fuera por ella, incendiaría el mundo si fuera su deseo y si con eso ella estuviera a salvo.
Pero no podía evitar la rabia que le daba lo que había pasado. No sólo era rabia con ella, si no también consigo mismo por ser incapaz de retenerla allí a su lado y bajo su techo, sabiendo que la organización "Dragón rojo" la buscaba para hacerle daño, y para llegar a afectarlo a él.
Estaba seguro de que ese grupo de hombres tenía algo que ver con sus enemigos. Pero eso lo resolvería después.
Ahora tenía que enfrentarse, desarma