108. NECESITABA VERTE
(SARAH MILLER)
El apartamento se sentía extrañamente vacío sin Ariana. Su partida a Los Ángeles había dejado un hueco palpable, un silencio que resonaba en cada rincón. Ethan y yo intentábamos llenar ese vacío con nuestras propias conversaciones, con salidas casuales, pero la ausencia de Ariana se sentía como una nota discordante en una melodía que siempre había sonado perfecta.
Recuerdo la mañana en que me desperté con un malestar inusual. Náuseas, mareos… síntomas que nunca antes había experimentado. «Será algo que comí», pensé, restándole importancia. Pero los días pasaron y los síntomas persistieron, incluso empeoraron. Finalmente, decidí ir al médico. La sala de espera se me antojó una eternidad. Cada segundo que pasaba aumentaba mi nerviosismo. Finalmente, la doctora me llamó a su consultorio.
Recuerdo la frialdad del estetoscopio en mi vientre, el gel frío que se extendió por mi piel. La doctora, una mujer de rostro amable, pero expresión seria, me hacía preguntas rutinarias en