126. FELICIDAD
Hugo y Trinidad salieron radiantes del ultrasonido que acababan de realizar, donde vieron que sus dos bebés estaban saludables y que eran una niña y un niño. Su felicidad era tan grande que no podían dejar de sonreír mientras veían la foto que les había entregado la doctora, asegurándoles que todo iba bien.
Cuando entraron a la habitación de Viviana, ella estaba leyendo un libro mientras el señor Muñoz, su prometido y padre de Trinidad, trabajaba en la computadora en un rincón.
—¡Trini! —exclamó Viviana sonriente al verla entrar— Estás preciosa.
—Hola Viví, ¿cómo te sientes?
—Desde que vine y me pusieron los sueros de alimentación, me siento mejor. Ya no vomito y como todo lo que me dan. Mírame, he aumentado de peso. Por este camino, me volveré una gorda, ja, ja, ja.
—Estás linda así —dijo el señor Muñoz mientras abrazaba y besaba a su hija y estrechaba la mano de Hugo— ¿Cómo están mis nietos?
—Pues muy bien, papá. Por fin pudimos saber que son un niño y una niña. ¿No son adorables? Mi