Capítulo 34

Ambos nos volvimos a besar y esta vez se sintió bien aquel beso, después salimos de la casa agarrados de la mano, era extraño, ya que nunca le había tomado de la mano a Milan, al menos no desde que iniciamos ese juego absurdo del amor, pero ahora era verdad, algo real, y de alguna manera me sentía en paz conmigo misma. Mi madre no mencionó nada en todo el trayecto, y Milan y yo no nos soltábamos de la mano, cuando por fin había llegado su turno de irse, se volvió a despedir con un beso y diciéndome que trataría de llegar lo antes posible, yo le sonreí y le di otro beso. Esperamos diez minutos más hasta que supimos que su avión ya había despegado, en el carro ninguna de las dos estaba parlanchina, por lo que tenía que romper el hielo que nos separaba.

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