Una punzada en mi pecho hacía que la dificultad por respirar fuera exageradamente terrible, y miles de recuerdos de aquella vez bombardeaban mi memoria al ver aquella casa, Bastian y yo besándonos, sus caricias, sus labios rozando los míos, como succionaba mis pezones haciendo que mi cuerpo vibrara ante aquella carnal pasión, sus acometidas, todo eso en una fracción de segundos volvió a mí, en aquella cabaña, en alguna de las habitaciones por dentro, había perdido mi virginidad con el que esa vez pensé que era el amor de mi vida, estaba agitada y no quería voltear a ver a Bastian, ni a él ni a nadie. Mi madre estaba muy contenta hablando, aunque yo solo veía como movía sus labios ya que mi mente estaba en otro lugar, remontándose a algunos meses atrás cuando creía que todo era de color rosa.