La sangre derramada en el piso me hizo darme un golpe de realidad, estos chicos no jugaban, pensé tontamente que solo eran fanfarrones y que Bastian solo exageraba pero no. Me habían dado un disparo en el brazo y me dolía como un demonio.
—¡Maldita sea Jaguar! —explota Bastian acercándose a mí.
—Te dije que no estaba jugando Ingles —dice aquel chico apuntándome con la pistola.
—Corres y me demuestras que tienes los pantalones todavía para enfrentarme, o me cargo a tu sexy esposa —el Jaguar le avienta una mirada amenazadora a Bastian mientras seguía apuntándome con una media sonrisa.
—¡No lo hagas! —suelto en un ar