Al día siguiente desperté porque siento unos ligeros besos en mi mejilla.
–¿Qué haces? Tengo sueño –refunfuñe.
–Levántate hermosa–susurró a mi oído.
–No, estoy cansada –me quejé.
–Vamos mi bella novia.
Sentí que me abrazó mientras beso mi mejilla.
–Eso fue un sueño, no sé quién es tu novia –señale a la puerta.
–Tu eres mi novia –respondió –. Y ahora te despertarás.
–¿Qué hora