—¡Cómo crees que voy a usar ese colgante de niña Lara! —exclamó el rubio negandose a la petición de la muchacha pelirroja que lo miraba con cara de cachorro. —Vamos estrellita yo también usaré uno mira. —Decía la muchacha mostrándole su cuello. Helios rodó los ojos con fastidio. —Tú eres una chica preciosa, a ti te queda lindo, pero vamos, pareceré gay con eso preciosa, además Abel y Luck me harán su objetivo de burlas. —Se quejó el rubio. Helios iba a seguir alegando pero al ver ese par de gemas esmeraldas, cristalinas por las lágrimas acumuladas tragó grueso oficialmente había metido la pata. —Te da pena usarlo. —Dijo Lara con un hilo de voz.—Es que nunca estamos juntos por tus giras y esas cosas y quería usar esos colgantes contigo, en señal de aunque no estemos juntos físicamente siempre estaremos cerca de corazón. —Dijo la pelirroja limpiando sus lágrimas. —Esta bien conejita usaré ese colgante de nena, porque te amo. —Dijo él acercándose a la chica, ella le colocó la
Tres años han transcurrido, el matrimonio de Helios y Lara ha tenido sus altas y bajas, después de un embarazo de alto riesgo y una traumática, perdida comprometiendo uno de sus ovarios, logró nuevamente quedar embarazada, hoy haría su baby shower, porque se mudaria con Helios, en unos meses y su amiga Ángela insistió en adenlatar la fiesta. Lara y Helios vivirían en una nueva casa, como ella soñaba con un enorme jardín, a Cole no le hacía gracia tener a la pelirroja tan lejos, siempre le reprochaba a su hermana que su matrimonio era un chiste; su esposo casi nunca estaba con ella, que ponía a su carrera por la encima de ella. Una lágrima bajó por su mejilla, a veces Cole por su afán de protegerla, la hería con sus comentarios tan duros. Limpió su lágrima indiscreta, se puso frente al espejo, aún no se notaba su pancita, estaba ansiosa por qué los meses pasarán y poder tener a su pequeño en sus brazos.Recordando, la tarde, que fueron a su primer control con el ginecólogo; saliendo
La pelirroja llegó, con una bandeja de bocadillos y dos tazas con humeante y delicioso café, seguidamente Lara tomó asiento, frente a Gabrielle. —¿Cuántas de azúcar quieres Gabrielle? tardé unos segundos en reaccionar a la pregunta de Lara, la verdad era que me sentía extraña, no incómoda solo extraña. Una opresión en mi pecho no me abandonaba. —Dos por favor. —Una y dos, espero y te guste, es una marca colombiana y sabe a chocolate. Tomé la taza, el aroma era exquisito, dí un sorbo y definitivamente, estaba muy rico el café. —¿Qué tal la universidad? —preguntaba Lara, para sacar tema de conversación. —Bien la verdad es que me fascina la psicología, mucho más de lo que imaginaba. —Respondí volviendo a poner la taza en la mesa. —No te veo desde aquella noche, que viniste a traer el obsequio de la señora Valentina y Sofia. —Lo siento es que entre la universidad y el trabajo, en la mansión, no tengo mucho tiempo. —Me excusaba, vine a ver a Lara por insistencia de la señora Val
Ha pasado una semana, desde la muerte de Lara, Helios se negaba a aceptarlo, por complicaciones médicas se quedó más tiempo internado en el hospital. Entré silenciosa a la habitación de Helios, me partía el alma verlo así, recibir la noticia de la muerte de Lara y de su pequeño que aún no había nacido le afectó mucho. —¿Qué haces aquí? —preguntó el rubio en un hilo de voz. —Yo...bu...eno solo quería verte y saber cómo seguías. —Mi voz era temblorosa, no sabía exactamente que decir, o hacer. —Tú Gabrielle enserio ¿Tú cómo crees que estoy? —espetó Helios con veneno en las palabras. Sabía mi pregunta era tonta, obviamente estaba mal, yo no podía imaginar el dolor que cargaba Helios en este momento, perder a los dos seres más importantes de tu vida, en una noche es para desquiciarse. —Lo siento no debí venir yo...—¡Espera! —llamó Helios incorporándose en la cama. —Si. —Respondí aún sin darme la vuelta. —Ven aquí por favor. —Pidió el rubio bajando de nuevo, su voz. Solté la perill
Meses han pasado, Helios se ha alejado de su Carrera como musico, solo se ha dedicado a buscar donde descansan los restos de su esposa e hijo, cuando por fin se recuperó buscó a Cole pero este nunca decía nada, por más amenazas legales que hiciera Cole no hablaba, su madre sugirió demandarlo pero él no lo hacía por respeto a la memoria de Lara, ella amaba a su hermano. Conservaba esperanzas de que Spencer terminaría hablando. No salía de casa, hasta hace una semana, que decidió volver a la mansión, por insistencia de sus compañeros Abel y Luck, ambos insistían en que debía mudarse, el recuerdo no le hacía bien, a veces pasaba todo el día en la habitación que él y Lara habían preparado para su bebé, estaba delgado y dependía mucho de pastillas para dormir. Miró la hora en su celular, 1:30 pm quedó de almorzar con los chicos para tratar asuntos pendientes con el grupo no tenía ánimos de salir pero sus amigos fueron muy insistentes en salír para distraerlo, su
El despertador no dejaba de sonar ese constante Big, martillaba mis oídos. Se suponía hoy era mi descanso no soporté más ese infernal sonido; derrotada no tuve más opciones que levantarme. Me incorporé aún adormilada, escuché la puerta abrirse, era Juliette que entraba con ropa casual y no su uniforme de doméstica. —¿A dónde vas? —pregunté despertándome. —Iré con Carlota al aeropuerto, la pobre no tiene más familia, que sus hermanos y con ellos, no es que se lleven del todo bien. Suspiré resignada, Carlota era quisquillosa, pero no tanto como mi hermana. De ahora en adelante Jul sería la nueva ama de llaves Carlota se retiró; después de casi tres décadas decidió ya era hora de descansar. Lo malo de este asunto era que ahora, mi hermana sería mi jefa y para rematar, Sisi está por irse también, esto iba a ser un poco intenso. —Sisi hará el aseo necesito te arregles, te harás cargo de la hija de los señores... —¿Qué
Llegó la sacó del auto y corrió escaleras arriba —¡Mierda está hirviendo! —una de las empleadas de servicio comenzó a seguirlo. —¿Señor Lombardi le pasó algo, en que puedo ayudar...?—Juliette sígueme. —Entró a una de las habitaciones de visitas, junto a la mucama pidiéndole que buscara ropa seca y que trajera un termómetro, entró con aquella chica en brazos, a la regadera abríó la llave y la metió bajo el agua. —¡Ángela reacciona nena soy yo Helios! —seguia sarandeandola a ver si despertaba. —¿Helios, eres tú el cantante? —dijo ella algo desorientada.—Si claro bombón.—Le diré a Mía que conocí, al cantante de Star lights oye me das tu autógrafo, es para mi amiga Mía ¡Oye porque me cargas bájame, bájame! —Ok te bajaré pero quédate bajo la ducha un poco más.—Señor acá está la ropa seca y el termómetro que pidió. —Habló Juliette entrando a la habitación de huéspedes. —Gracias Juliette sácala de la
—¿Entonces te vas? —Si Gabrielle es una gran oportunidad y no puedo dejarlo pasar; estás oportunidades no se dan siempre amiga, he esperado esto por mucho y tú mejor que nadie lo sabes amie. —Explicaba Charlotte con entusiasmo en sus palabras. —Tienes razón Charle te extrañaré, en cuanto pueda iré a verte tengo la certeza de que tú amiga mía serás, la mejor cineasta de todas. —Sabia que mi amiga había trabajado mucho por esto y me llenaba de alegría que lograra sus metas la extrañaría pero estaba muy feliz por ella. —¡Gracias! —la rubia de anteojos se abalanzó sobre su amiga pelinegra, le daba un efusivo abrazo. —Y yo también a ti francesita ya nada será lo mismo sin ti. —Contener las lágrimas era imposible Charlotte era mi amiga desde pequeña y desde que nos conocimos fuimos inseparables, ella logró conseguir una beca para culminar sus estudios en California como cineasta, la despedida era más difícil de lo que imaginé que seria. Aunque los últimos dos años no hemos convivido