Leroy
Llevábamos todo el día montados en el helicóptero de Alfa Mikael escudriñando la montaña pero la suerte no nos había acompañado . Montaña Rojiza había resultado ser más grande de lo que pensábamos y lo que creíamos que era una sola montaña era, en realidad, un conjunto montañoso con muchos picos, laderas y recobecos inaccesibles.
Volvimos a la manada en cuanto se puso el sol porque era peligroso que nos pillara la noche. Era invierno y el sol se iba relativamente temprano. Comeríamos algo y descansaríamos para volver a subir a la mañana siguiente.
Savina no había dicho nada en todo el camino de vuelta pero no hacía falta, sabía que estaba decepcionada por no haber encontrado rastro de la zarina de su visión.
—Mañana tendremos más suerte, ya verás — acaricié la suave piel de su mejilla.
—¿Y si no la encontramos?, ¿y si mi visión no es en tiempo real o ni siquiera es cierta? —el tono de la pelirroja sonaba angustiado.
Savina estaba sentada en el borde de la cama del hotel. Me