Alba, llegó con las mejillas sonrojadas y bastante agitada hasta el auto donde Diana la esperaba. La señora Vidal, observó el rubor y nerviosismo de la joven.
—¿Estás bien Alba? —preguntó con preocupación, al ver en las condiciones que estaba.
—Eh... Sí señora —balbuceó con la voz temblorosa, aquel beso con Santiago la descontroló en gran medida.
«No Alba, tú no puedes volver a creer en él» se repetía así misma, mientras la señora Vidal, no dejaba de mirarla.
—¿Mi hijo te hizo algo? —indagó—, confía en mí, si te ofendió o sucedió alguna cosa que te incomodó, yo debo hablar con él.
Alba negó con su cabeza, ellos ya no eran unos niños, como par