CAPÍTULO 13. Una Hermosa Combinación
[ANDY]
Y así, sin más, la abrazo y le doy un beso en su cabecita. Este pequeño ser que, aunque hayan pasado cinco años, siento que la conozco de toda la vida.
Y es porque, aunque no pude ver su evolución después de los tres meses de embarazo, ella estaba ahí, en mi vientre, y mi alma, mi vida, mi todo era ella. Ella y su padre, que, como si de una copia exacta se tratara, o dos gotas de agua, solo que una más pequeña que la otra, tiene todo de él. Claro, exceptuando que el cabello de Liam es negro y el de mi pequeña princesa es rubio, como el mío. Por lo menos me concedió parecerse en eso a mí.
No quiero soltarla, pero tampoco traumarla, porque apenas me conoce, y esto, todo este proceso, debe ser a su tiempo.
—Lo siento,— me disculpo y, con el dolor de mi alma, la suelto. —Es que estoy sensible, perdón, princesa,— le digo.
Ahora sí no se me va a acercar; creerá que estoy loca o que soy una clase de psicópata.
Pero no.
Ella sonríe y se le sale una lágrima. Hago el mismo gesto que ella