[ANDY]
(CONTINUACIÓN “ANTES DE MORIR”)
Se alejó de mí, alegando que no quería perder el trabajo,
pero no importaba, no lo iba a permitir; él seguiría a mi lado, él era esa parte buena de mi corazón, él era, sin más...
El hombre que amaba.
—Y si no me detengo ahora, no me detendré nunca —susurró sobre mis labios, y esas palabras eran las que yo quería escuchar.
Mi punto de partida.
—Entonces no te detengas nunca.
Porque yo no lo haría; aun si mi corazón lo hacía, yo no.
Lo volví a besar, necesitaba su cuerpo, saber que esto que yo sentía era correspondido. Y lo fue.
Quité su chaleco, porque en serio estorbaba. Su camisa, mientras él me bajaba el cierre del vestido. Desabroché su cinturón y él se acomodó para quedar en perfecta sincronía, su cuerpo con el mío.
No le dije que era virgen, pero quizá fui muy obvia porque, con cuidado y como si de no romperme se tratara, entró en mí y me hizo suya.
Y sé que fue mío.
Escuchamos de vez en cuando golpes en el techo del carro, pero nada importaba más que nosotros en ese momento.
Mi corazón ya no dolía; era como si, después de tanto tiempo, estuviera bien, sano y fuerte.
Mas sabía que no era el mío, sino el de él, llevando a su lado el mío.
Luego de eso, cada que podíamos, nos escapábamos y nada me importaba más que él. ¿El colegio? ¿Para qué? Quizá ni vivía para llevar a cabo un trabajo en el futuro.
Mis padres no sabían nada de Liam y yo. Íbamos a la playa y, ¿para qué decir que a nadar?
Si ni podía.
Y aunque él quería enseñarme, yo estaba más precisa en otra cosa.
Sentirlo.
Vivirlo lo más que pudiera, porque, sin miedo a decirlo,
lo amaba... y lo amo.
Cuando los malestares empezaron, pensé que sería por mi terco corazón, pero, para mi sorpresa, bueno...
Esas escapadas habían dado fruto.
Lloré, de amargura y de una agridulce felicidad.
Porque no sería. No podría ser.
Mi doctor fue muy claro al decir que mi corazón colapsaría y, junto conmigo, probablemente se iría mi bebé.
Decidí callar, por lo menos un tiempo. Hablaba con mi bebé cada noche y le decía que lo amaba, por cada vez que no se lo diría en un futuro.
Quería que al menos recordara mi voz.
Mis padres se dieron cuenta de todo. Pasó lo que pasa siempre en las telenovelas que mira Rosa y que de vez en cuando veo con ella.
Me prohibieron verlo y a él lo despidieron.
Pero éramos inseparables.
O eso pensé.
Hasta que Ryan me regresó a la realidad.
Y ahí todo cambió.
Creé un plan con Ryan ese día, mas nadie lo sabía.
Alejé a la persona que más amaba y amo, de mí, para que pueda ser feliz, pero...
Pero sé que lo volveré a encontrar, aunque él me odie, en esta vida o la otra.
Lo volveré a encontrar...
☆゜・。。・゜゜・。。・゜★
(ACTUALIDAD)
¿Llorar? No, ya no puedo, y no porque no tenga ganas... Porque vaya que quiero llorar y tal vez así sacar esto que siento, pero...
Es inútil. Es hora de ser fuerte.
Debo saber qué hago aquí, qué fue de mi familia.
¿Dónde estoy?
Ni yo lo sé, pero llevo dos días encerrada. No he comido nada, y eso que una Julia preocupada aparece cada dos horas, si es posible, con platos llenos de comida, incluso dulces. Pero nada puede con lo amargo que se ha vuelto todo.
Desde ese día que lo eché de mi vida...
¿Y mi hijo? Ahora lo recuerdo.
Y creo que la fuente de lágrimas ya se recargó y volvió a encenderse.
Ya no sé por dónde empezar, ya no tengo nada que perder.
Ya perdí cinco años de su vida.
Cinco años lejos de la única persona que he amado y amaré toda mi vida.
Cinco años que no sé dónde estuve, que no sé de mi hijo, que no recuperaré.
Era más llevadero cuando no recordaba nada.
Tengo dudas, como, por ejemplo: ¿por qué estoy en el cuerpo de esta chica, y qué le pasó a ella? ¿Por qué murió? Y ¿qué tiene que ver en todo esto?
—¡Basta ya, Lena! No sé qué te sucede, estamos preocupados por ti. Mamá no ha ido a trabajar al hospital ahora, no quiere irse por miedo a que te suceda algo. Piensa en los demás y no solo en ti —dice una molesta Julia, al otro lado de la puerta.
Aprisiono más el collar, el símbolo de mi amor con Liam, ese que, solo verlo, me mata de nuevo.
Ese que él me dio y, como si en serio fuera la mitad de nuestros corazones, quiero pensar que ahora que lo tengo en mis manos, aún hay posibilidad de que sea mío.
Pero, ¿y si ya se casó? ¿Y si tiene hijos, una familia?
Yo ya no soy nadie para él.
Me levanto.
Debo buscarlo, debo saber qué fue de él, dónde está, pero...
¿Dónde comienzo? ¿Por dónde empezar?
Abro la puerta y salgo disparada al baño.
Impulsivamente me baño y vuelvo a entrar al cuarto, todo bajo la atenta mirada de Julia, quien ha entrado a la habitación.
—¿Qué crees que haces? —me mira con cautela.
¡Piensa, piensa, piensa!
—Yo he... he decidido hacerte caso y... quiero salir y... despejar mi mente, tal vez recuerdo algo —me mira y parece no creerme.
Le cierro la puerta en la cara, y no por maldad, sino por privacidad.
—¿A dónde irás? —pregunta desde afuera.
—Al... ¿parque? —intento.
—Iré contigo.
¡No! ¡No puedo dejar que vaya conmigo!
—No, Julia, gracias, pero estaré bien.
—¿Quién eres? —pregunta, confundiéndome de nuevo.
Supongo que es una especie de prueba.
—Soy An... Lena, Lena Davis —miento, aunque en teoría es su cuerpo.
Pero no su alma.
—Pero no recuerdas nada... ¿o sí?
—Un poco, casi no, pero para eso quiero salir a explorar, sola.
Silencio y más silencio.
—Bien, pero no sola. Matt irá contigo.
No sé quién es Matt, pero en este momento es un intruso, aunque suene mal, un estorbo.
Aunque, si quiero salir de aquí...
—Bien, iré con Matt.
Termino de alistarme y abro la puerta. Julia me estudia con la mirada, y yo le doy mi mejor sonrisa de:
“Todo estará bien”.
Me coloco mi collar, con el corazón del hombre que amo, y salgo.
Anna se levanta del sofá apenas me ve.
—Mamá, estoy bien, ¿ves? Puedes ir a trabajar, adiós —le doy un beso en la mejilla y salgo de la casa.
—¿A dónde crees que vas sola, señorita? —una voz masculina me detiene.
—Yo... tú... ¿Matt? —balbuceo.
Sonríe.
—Vamos —dice y pone sus brazos encima de mis hombros.
Si me alejo, sospechará, pero esto es extraño: ningún hombre, aparte de Liam, me había tocado jamás, ni por cerca.
Y así seguirá siendo.
Salgo corriendo y él se queda estático, mirándome raro.
—¡Carrera! ¿No vienes?
Sonríe y corre tras de mí.
En un punto logro perderlo, entre unos árboles y los patios abiertos de unas casas vecinas.
Eso fue fácil.
Empiezo a pensar en el hombre que amo.
¿Por dónde comienzo a buscar?
Sonará descabellado, pero, caminando sin rumbo alguno, veo su casa.
La reconozco desde esa vez...
Cuando me trajo a conocer a su mamá.
¡Te encontré, amor!