Olivia tomó asiento cuando Adrián salió de la sala, quedó un poco desconcertada por el argumento de él, todavía lo escuchaba decir que no se fiaba de ella, además de que la pondría a decidir si se queda o se va, comenzó a imaginarse una serie de escenarios al mismo tiempo que dijo: “Ni pienses que vas a domarme como a una salvaje, ¿tienes tus condiciones? De acuerdo, yo también tengo las mías y las iras conociendo a mi ritmo.”
Tomó el café que había dejado la amable y dulce señora que trabajaba con el arrogante controlador de Adrián y decidió esperar a ver con qué venía.
En la oficina legal de la empresa, uno de los abogados de mayor confianza de Adrián lo escuchaba atentamente, pero negando ante cada frase dicha por su jefe.
–Adrián, eso no es posible.
–Claro que sí, no te estoy pidiendo nada del otro mundo.
–Me estás pidiendo que redacte un convenio donde una mujer queda a tu disposición por dos semanas, ¿sabes todo lo ilegal que suena eso? Te dem