Ignoró a Logan y se dirigió a Carolina:
—Carol, todavía tengo cosas que resolver mañana, así que...
Carolina: —Entonces podemos volver temprano mañana.
Rebeca se quedó sin palabras.
Se volvió para mirar a Logan.
La implicación era clara: él había causado esto, así que debía solucionarlo.
El hombre la miró a los ojos, comprendiendo el mensaje tácito en su mirada.
Sonrió levemente y decidió no insistir más. En cambio, le revolvió el cabello a su hija y dijo:
—Carol, como mamá tiene cosas que hacer, regresemos primero. Volveremos otro día para ver las estrellas.
La niña no se sintió demasiado decepcionada al oír esto. Al fin y al cabo, ya había pasado un día maravilloso y dijo:
—Está bien.
Habían recogido fruta y se disponían a marcharse cuando el administrador les preguntó:
—¿Se llevan el vino que hicieron esta tarde?
Lo habían dividido en frascos separados durante el proceso de elaboración precisamente para que cada uno pudiera llevarse un poco a casa.
Rebeca, sin saber qué pensaba Loga