Al entrar en el ascensor, Logan se dio cuenta de que Luis solo había pulsado el botón de su planta. De repente, dijo: —No hace falta que me sigas.
Luis se quedó pasmado un instante y respondió: —Entendido, señor.
Solo entonces pulsó el botón de su propio piso.
A la mañana siguiente.
Logan salió de su habitación con una bata y la ropa de la noche anterior en su brazo. Cerró la puerta tras de sí y se dirigió al otro lado del pasillo.
Natalia, que salía del ascensor, lo vio y enseguida esbozó una sonrisa. Justo cuando iba a hablar, su expresión se congeló al ver las marcas distintivas de un labial en el cuello y hombro de la camisa que llevaba colgada del codo.
Las palabras se le quedaron en la boca.
Se quedó clavada en el sitio, aún procesando lo que había visto, cuando la figura de Logan desapareció tras la esquina. Unos instantes después, el sonido de una puerta abriéndose y cerrándose resonó cerca.
Antes de que Natalia pudiera procesarlo, el número de la habitación que tenía delante l